viernes, 31 de julio de 2009

Pachamama - Agosto y la celebración






Por: Huaman Luis Alberto Reyes




Catamarca 2001

Agosto es el mes de la Pachamama, época de preparación de la siembra, Chawawarqui Killa / Sitwa tarpuy . La madre, que acostumbramos a evocar pariendo y cuidando a la vida, tiene también una etapa en que recibe, llama hacia ella, espera.

La tierra está abierta. Es una ocasión especial para llegar a su corazón, para hacerle ofrendas, cuyo significado es el devolver ritualmente lo que la tierra misma nos ha dado.

Celebrar a la gran madre, ofrendarle los frutos y las obras de nuestra vida es esencial en la concepción de nuestros antiguos hermanos de la Tierra. Somos una parte dentro de un ser mayor, la celebración es un modo de evocarlo y asumirlo.

En este ámbito rige especialmente la reciprocidad: Cada ser ha recibido la vida como una donación de otro ser hacia él y a su vez debe donarse, en sus obras, sus frutos, en reciprocidad. Los humanos tienen también la misión de ser enlaces (chakanas) entre los cielos y la Tierra. Tenemos la misión de ayudar, con sus celebraciones, a la armonía de las transiciones de los espacios y los tiempos. Por eso ayudan a la Madre y al universo cuando celebran en los solsticios, los cambios de luna, en los nacimientos y las muertes, en los pasajes de la vida a través de sus estaciones sagradas.

Aún hoy, en muchas partes de la región andina, la gente busca un lugar espaciado, quizás al lado de una piedra, y hace un hueco en la tierra para corpachar. Se le ofrecen las cosas que salieron de ella, los alimentos, el agua, la coca, la chicha, el vino. Es una forma de reconocer lo recibido, de agradecer la vida y devolverla ritualmente a su origen.

En el mes de Agosto la celebran las comunidades indígenas del Ande. Pero no solo las comunidades y campesinos sino muchos miles de personas de la zona que se extiende desde Ecuador hasta Argentina realizan a su modo el homenaje. En algunas ciudades del Noroeste, como Jujuy, grupos de obreros, estudiantes y empleados públicos interrumpen sus tareas para reunirse en actos de amor a las raíces que hoy van más allá de eso: Se está viviendo en el noroeste argentino y en otras regiones de tradición indígena un espontáneo proceso de reetnización .

Mas allá de su fiesta del 1º de Agosto, la gente de la región propicia a la Pacha cuando viaja por la montaña, poniendo una piedrita y a veces el acullico de hojas de coca en la apacheta mientras le pide su benevolencia. También la propician, con diversos simples ritos en las señaladas de ganado; cuando comienzan las tareas agrícolas; cuando se inicia el trabajo en la mina; al momento de comenzar a beber un vaso de chicha; antes de habitar una casa nueva...

Las encarnaciones y apariciones de la Pachamama, según los relatos populares han ido concentrándose en los cerros y quebradas, si bien es considerada la madre de todas las tierras, incluidos los llanos. Su figura en estos relatos es siempre la de una mujer, a veces joven hermosa y fuerte y otras veces vieja, harapienta aún deformada, como solía aparecer en las quebradas de La Rioja. Con esta imagen se encarnaba en la condehuiza, de quien habla Guaman Poma, la hechicera huidiza de los cerros del Perú.



PACHAMAMA Y LA MUERTE

Agosto es también un tiempo con especiales facilidades para morir, porque la gran madre está especialmente disponible para reintegrar a los hijos en su seno.

Algunas existencias se tornan más precarias en este mes. Las de aquellos que tienen un cuerpo enfermo o envejecido, los que han cumplido su destino o los que tienen una carga pesada de sufrimientos porque se sienten solos, perdidos o con males de amor, múnay onqoy.

Es que la Pachamama no solo da la vida, también la recoge. Por eso en algunas expresiones plásticas de los antiguos indígenas de América aparece con una figura espantable, adornada de calaveras y serpientes, asociada a la muerte.

Es la gran devoradora de cargas, lastres, dolores, es la gran recibidora de todo. En sus ritmos de amor, hay tiempos en que absorbe a los seres hacia la oscuridad primigenia. Les quita las carnes conque se vestían, les muele cuidadosamente los huesos conque se erguían, los limpia también de errores y pecados que pudieron ensuciarles el alma. En esta avocación, como “devoradora de inmundicias” que purifica periódicamente a todos los seres de la “superficie” la hallamos en todas las tradiciones de la América andina, en la simbólica del descenso purificador-destructivo a las profundidades.

De cualquier modo, según la tradición de esta región del Collasuyu, es un mes para estar en recogimiento. Escuchando las voces de la Tierra, la voz interior. No es un mes para hacer muchas cosas sino para estar en silencio, para prepararse.

En nuestra tradición occidental el Cielo tiene dos valores superlativos: La pureza y la inmensidad. Por eso a la Pachamama indígena, que traducimos como “Madre Tierra”, desde la tradición europea la vemos como algo menor, aún cuando respetemos las tradiciones telúricas de América.

Aquí hay un error de interpretación, no solo porque la desvaloración de lo bajo, de la oscuridad y de la femenidad es un prejuicio de nuestra cultura “occidental” sino porque pacha no excluye al “cielo”, sino que es el universo entero de nuestra existencia.

Pero lo peculiar de este concepto es que lo toma en su dimensión primaria. Es el universo en su aspecto esencial, femenino, de útero que concibe la vida. De regazo que la sostiene y que finalmente la recoge.

Pacha es en rigor, en el marco de la teología ilustrada de los amautas, el universo vivo ordenado, con sus ritmos y sus mandatos. Por eso el dios mítico civilizador, Tici Viracocha, tiene el título de Pachayachachic , que significa “el maestro del pacha, el que enseña el pacha”. Como adjetivo pacha significa “de abajo”, también “interior”. Como sustantivo significa nuestro planeta. Pero también mucho más que ello, porque no es una cosa, un lugar, sino un ser. El más importante y sagrado para quienes son sus hijos.

http://www.catamarcaguia.com.ar/Cultura/Agosto_Pachamama.php

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