lunes, 7 de septiembre de 2009

EL ENTIERRO DE GUILLERMO LORA







El día sábado 8 de agosto de 2009 dirigentes del POR y
familiares de Guillermo Lora, se concentraron en el
distrito de Huanuni haciendo un intermedio en el viaje
que realizaban a la localidad minera de Llallagua-Siglo
XX con el propósito de enterrar las cenizas del
revolucionario fallecido el 17 de mayo de 2009 en la
cuidad de La Paz.
Mineros de base y el Comité Regional del POR –
Huanuni, organizaron un acto en la plaza principal, al
que se sumaron dirigentes de la Federación Regional de
Mineros.
Las notas vibrantes del Himno a la Internacional, hicieron levantar el puño izquierdo a los
asistentes quienes entonaron sus letras.
Tomaron la palabra los reconocidos dirigentes del
POR, Alfonso Velarde y Miguel Lora. Ambos
centraron sus discursos en transmitir lo que
Guillermo Lora junto a los clásicos del marxismo
enseñaron: que la humanidad será liberada de la
barbarie a la que nos conduce el Capitalismo, por
obra de los propios trabajadores, por la lucha de clase
del Proletariado organizado en su Partido Político y
cuando el mismo proletariado se transforme de clase en sí en clase para sí. Miguel Lora
hizo hincapié en explicar que toda la obra de Guillermo es la historia de la lucha de clases,
de la lucha de ellos -los mineros- de sus derrotas, de sus victorias, de su trabajo, su
explotación, de sus vidas; lucha que habrá de continuar hasta que desaparezcan la
diferencia en las clases sociales y con ella desaparezca también la sacrosanta propiedad
privada de los medios de producción que se convertirá en propiedad social. Explicaron que
la dominación del capital ha generado las diferencias que ahora soportamos, ha unido a los
trabajadores alrededor de sus intereses comunes, los ha vuelto clase, pero no una clase
conciente por si misma y desde ya, sino que deberá transformarse en clase para sí,
desarrollando su actividad política y revolucionaria propia, siguiendo en el horizonte de su
lucha la estrategia de la Dictadura del Proletariado. Por ello recalcaron la necesidad urgente
de fortalecer al Partido Obrero Revolucionario.
El público atendía, en especial los mineros;
absortos combatientes que coincidieron en la
necesidad vital, de que las nuevas
generaciones (especialmente) conozcan la
gloriosa historia de su Partido el POR, de sus
combates y de la teoría que se forjó en las
entrañas de la mina.
Pasado del acto, los mineros organizaron una
marcha para acompañar las cenizas del
revolucionario hasta un lugar donde los dirigentes del POR y familiares de Guillermo
continuarían su viaje. La banda que esperaba desde temprano, irrumpió en el aire con el
Wayño que ellos mismos -los mineros- tantas veces cantaron con llanto y dolor; esa
canción compuesta en homenaje a César Lora, hermano y Camarada de Guillermo quien
hecho leyenda, lo aguardaba: “Los mineros lloran sangre/ por la muerte de un obrero/ ese
ha sido César Lora/ asesinado en San Pedro./ Para el minero no hay justicia/ para el
minero no hay perdón/ más bien tratan de aplastarlo/ capitalistas sinvergüenzas.
La travesía hacia Llallagua-Siglo XX fue dura. El viento huracanado se confundía con el
polvo de los cerros estanníferos para convertirse en polvareda que hacía difícil la
visualización y se estrellaba contra los rostros de los acompañantes como si la naturaleza
misma se sumara al episodio.
Allí, a 4675 metros de altura, allí donde nació el
sindicalismo revolucionario, donde se ganó la
jornada de las 8 horas de trabajo en Bolivia, al pie
de la mina de estaño más grande del mundo, allí
donde aún se percibe el olor a sangre proletaria y
donde muchas veces -dinamita en mano- se definió
la suerte del país; llegó Guillermo Lora.
El Comité Regional del POR de Llallagua organizó
el último acto en la Plaza del Minero, al pie del busto obrero erigido en homenaje a César
Lora e Isaac Camacho, ambos asesinados cobardemente por gobiernos instrumentos del
Imperialismo.
La valerosa Vilma Plata se sumó a los discursos y en tomo
enfático mencionó que Guillermo enseñó a ser fieles a la Tesis de
Pulacayo y en especial a la estrategia de la Revolución y
Dictadura Proletaria que protagonizará la Clase Obrera como
caudillo de toda la nación oprimida, Tesis que no perdería su
actualidad mientas no se consume en el País la Revolución
Proletaria. Recordó además el desprecio que Lora sentía hacia la
burocratización sindical corrupta, venal y abyecta.
El legendario Víctor Siñani también hizo uso de la palabra para
despedir a Lora.
El ambiente se enrarecía al no contar más con la presencia
definitoria de Guillermo como orador principal.
Ya en el cementerio (mientras abrían la tumba de César para
depositar la urna con las cenizas de Guillermo); dos viejos
camaradas mineros (Víctor Siñani y Angel Capari) recordaban que
en 1974, casi luego de una década del asesinato de César Lora, el
cadáver de éste aún conservaba las facciones como si el tiempo no
hubiera transcurrido.
Siñani admirado y con tristeza musitaba, en sus ojos y sonrisa tímida
se percibía el dolor de despedir al maestro y amigo de toda la vida,
ese dolor que solo se siente cuando se pierde a alguien tan querido,
ese dolor es sin duda uno de los más grandes que el ser humano
pueda soportar; sepultar a un Camarada.
La compañera señera volvió a observar una de las
últimas fotografías del desaparecido mostrándola
tiernamente a quienes la rodeaban. Mencionó que las
palabras vertidas por Guillermo pocos días antes de
su deceso en ocasión de la visita de camaradas
mineros de Huanuni, fueron ciertamente sus últimas.
¡Quién podría medir la enorme consecuencia del titán
que perece con la ideología en la mente y la
obstinación de la lucha en los labios hasta el minuto
último de la razón!.
Una vez juntos César y Guillermo era fácil imaginarlos a través de una diáspora cósmica.
¡Cuán descomunal el abrazo del reencuentro!. Dos titanes del Comunismo, hermanos y
camaradas nuevamente juntos. ¿Cómo sería su abrazo?. ¿Habrían llorado acaso al
encontrarse?. ¿Qué conversaciones tendrían?. ¿Qué nueva conspiración inspirarían?. Nunca
lo sabremos. Pero de una cosa sí estamos seguros. Jamás volverán a separarlos, ni cuando
se mencione a uno se podrá prescindir del otro.
¡Qué noble y glorioso Partido que entrega a la causa revolucionaria lo mejor de sí mismo!.
Un 29 de julio de 1979, Guillermo Lora en vida, en ese mismo sitio y con el dolor a
cuestas, enterraba a su hermano. En vibrante discurso mencionó: “… La revolución, esa
descomunal devoradora de energías y de hombres, como indica Trotsky, ha triturado a una
legión enorme de individualidades, de tendencias políticas y partidos. Solamente quedan
en pie aquellos que han sabido identificarse de manera total y consciente con las corrientes
más profundas de la historia, con sus leyes, con el instinto y los sentimientos de los
trabajadores…”. Los hermanos y camaradas quedaron de pie a pesar de su muerte y a decir
de Manuel del Cabral: “Hay muertos que van subiendo cuanto su ataúd más baja...”.
Eleonora, hija de Karl Marx, culmina así un breve relato acerca de la vida y biografía de su
padre: “… era uno de esos espíritus insólitos en los que se complace la Naturaleza: UN
HOMBRE.”. Guillermo Lora también ha sido uno de esos espíritus insólitos con su acción
en vida y por la obra de su talento. ¡Qué grandes hombres que a costa de su existencia,
supieron entregar todas sus energías a la materialización de sus ideas y a la liberación de los
desposeídos!.
Al ocaso, los acompañantes se alejaron en silencio. Deudos y
camaradas retornaron a sus distritos. En la pared de la tumba quedó
grabada la siguiente leyenda:
“AQUÍ YACEN LOS RESTOS DE DOS
REVOLUCIONARIOS PROFESIONALES
DEL PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO
CESAR LORA
ASESINADO POR EL IMPERIALISMO Y
GUILLERMO LORA
QUE ENTREGO TODA SU VIDA A LA REVOLUCION
PROLETARIA BOLIVIANA E INTERNACIONAL
SIGLO XX, MAYO 2009”
El viento salvaje se estrellaba implacable contra las moles de estaño frías e inmensas.
MEMORIA ETERNA A GUILLERMO LORA Y CESAR LORA MAESTROS Y
LUCHADORES PROLETARIOS
¡¡VIVA EL PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO!!
¡¡VIVA LA CUARTA INTERNACIONAL!!
¡¡VIVA LA REVOLUCION Y DICTADURA PROLETARIA!!
Sucre, Agosto 2009.


Por Alejandro Méndez

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