El perro del hortelano que se niega a morir, pueblos indígenas en la selva peruana crean plataforma para enfrentar a las petroleras.
Por OPSur
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en pdf].- El 23 de agosto el Congreso peruano aprobó por
unanimidad la Ley de Consulta Previa, marcando un avance a nivel mundial en la
defensa y promoción de los derechos indígenas. Este primer paso se asienta sobre
la lucha sostenida que ha venido llevando el movimiento indígena, en la cual los
hechos de Bagua son un doloroso, y cercano, antecedente. La Amazonía peruana
tiene un largo historial de afectación por empresas petroleras, donde existen
numerosos hechos de contaminación y conflictos con comunidades indígenas de la
región. El OPSur entrevistó a dos dirigentes, Alfonso López, de la Asociación
Conservación y Desarrollo San Pablo de Tipishca (ACODECOSPAT) del pueblo Cocama
Kukamiria, y Aurelio Chino Dagua, de la Federación Indígena Quechua del Pastaza
(FEDIQUEP), que dieron detalles sobre su vivencia cotidiana con la problemática
hidrocarburífera y las estrategias que están desarrollando para
enfrentarla.
ACODECOSPAT y FEDIQUEP, junto a otras
federaciones indígenas [1], se han articulado en el espacio Pueblos Indígenas
Amazónicos Unidos en Defensa de su Territorio -tomaron como base el “corredor de
contaminación histórico”, producto de vertidos en los cauces hídricos. Dentro de
ese ámbito han conformado el Observatorio Petrolero de Amazonía Norte, que busca
hacer frente a la problemática y lanzar su demanda principal: la moratoria de
explotación en territorios indígenas. Según los dirigentes, la asunción del
nuevo presidente, Ollanta Humala, marca posibles espacios de diálogo para las
reivindicaciones indígenas. Sin embargo, dejan en claro que seguirán luchando
por sus derechos como lo han venido haciendo hasta el momento. Humala promulgó
el 6 de septiembre la ley de Consulta en Bagua. Si bien en un primer momento se
extendieron invitaciones a la Asociación Interétnica de Desarrollo de la selva
peruana (AIDESEP), organización nacional que nuclea a diversas regionales
amazónicas, a último momento el gobierno dio marcha atrás.
BAGUA, UN PASADO RECIENTE
Hace poco más de dos años, el 5 junio de 2009, la
provincia de Bagua era el escenario de una masacre por parte de las fuerzas de
seguridad del Estado peruano, que incluyó a varios policías muertos, como
respuesta del movimiento indígena. El objetivo gubernamental: desalojar la toma
pacífica de la carretera en la zona Curva del Diablo, en Bagua Grande. La
Amazonía peruana rugía con uno de los alzamientos más grandes de los últimos
tiempos en el país. La “insurgencia indígena”, como la llamaron las
organizaciones, tiene sus primeros antecedentes en 2008.
Faltaba más. En diciembre de 2007 se otorgaron
facultades extraordinarias al Poder Ejecutivo, presidido por Alan García, para
realizar las reformas necesarias para la implementación del Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos. Con las armas institucionales bajo el brazo, el
gobierno elaboró numerosos decretos, que las organizaciones indígenas
denunciaron por violentar sus derechos. Éstos también fueron objetados por el
Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo de la Nación, al legislar
sobre derechos fundamentales, facultades que excedían las atribuciones
conferidas al Poder Ejecutivo. Entre los treinta decretos que cuestionaban,
dictados sin haberse realizado la consulta libre, previa e informada, resaltaban
dos que interferían con derechos territoriales y la organización comunitaria: el
1015 y su modificatoria, el 1073.
En agosto de 2008, fruto de las movilizaciones
indígenas, ambos fueron derogados. Otros decretos que iban en el mismo sentido,
el cercenamiento de derechos territoriales y manejo comunitario, eran el 1064
–se desprotegían los territorios comunitarios al jerarquizar otras formas
jurídicas de propiedad- y el 1089 –ordenamiento territorial con afectación a
títulos comunales-, entre otros (Pinto, 2009). En suma, lo que se buscaba era la
lotización, o mejor dicho, la titulación de propiedad privada individual. En
abril de 2009, frente al ninguneo gubernamental, la AIDESEP convocó a un paro
indefinido en la región amazónica. A partir de ese momento las comunidades
tomaron carreteras, yacimientos petroleros, organismos públicos y otros espacios
en pos de sus demandas (Observatorio Social de América Latina del CLACSO, 2009).
En casi dos meses de “paro amazónico” el diálogo con el gobierno encontró pocos
resultados, desembocando en los hechos trágicos del 5 de junio. El conflicto
perduró por largo tiempo. Incluyó la persecución del dirigente Alberto Pizango,
de AIDESEP, numerosos cambios de gabinete, movilizaciones, etc. Sin embargo,
López señala que en todo este proceso “el gobierno no aprendió nada, siempre fue
anti-indígena”.
Estos hechos tienen como antesala la visión
gubernamental plasmada por el presidente Alan García en dos artículos,
publicados entre octubre y noviembre del 2007 en el diario El Comercio. Los ejes
principales eran la cuestión indígena y sus territorios, como también el
desarrollo productivo que debía emprender el Perú y el rol que le cabía a la
Amazonía en ese plan. Según el presidente, ‘el síndrome del perro del hortelano’
era la patología propia de aquellos que no entran dentro de las lógicas formales
de mercado o se oponen a las inversiones de desarrollo: “Hay muchos recursos sin
uso que no son transables, que no reciben inversión y que no generan trabajo. Y
todo ello por el tabú de ideologías superadas, por ociosidad, por indolencia o
por la ley del perro del hortelano que reza: ‘Si no lo hago yo que no lo haga
nadie’” (El Comercio, 28/10/2007).
En un análisis sectorial de distintas ramas
productivas (minería, agricultura, hidrocarburos, etc.) García detalla la
“riqueza” del Perú que “no está puesta en valor” y lo urgente de garantizar la
propiedad de grandes lotes para “inversiones que generen trabajo”. He allí el
meollo de la cuestión: la propiedad de la tierra y los recursos. En su segundo
descargo, “Receta para acabar con el perro del hortelano” (El Comercio,
25/11/2007), García brinda un abanico de soluciones para su diagnóstico previo
y, citando a Lenin, insta a abandonar la “ociosidad” y la falta de vocación por
el desarrollo y el progreso de algunos anacrónicos sectores, incluidos los
pueblos indígenas. Lo que el presidente olvidó mencionar en este último artículo
es que una de sus recetas incluía el asesinato de los patológicos perros que
resistieran sus medidas.
A fines de junio del 2009, con la Amazonía en
plena insurgencia, García en una nueva misiva, titulada “A la fe de la inmensa
mayoría”, trata de partir el plano político en dos y alerta que un nuevo
fantasma que recorre Latinoamérica, impulsado por grupos “antisistema” y
“violentos”, que no ponderan adecuadamente el crecimiento económico que ha
realizado Perú. En el artículo el ex mandatario afirma que esas minorías,
producto de la “penetración ideológica foránea” estatista, no podrán contra la
“mayoría demócrata y racional inmensa aunque esté silenciosa”, a la que insta a
la movilización. “No pasarán” anuncia García en varias pasajes, abusando de una
consigna que fue insignia de la lucha contra el fascismo en la España de los
años 30 (Expreso, 28/06/2009). Las masivas muestras de apoyo a las “minorías
movilizadas”, no le dieron la razón al otrora presidente.
AVANCE EXTRACTIVO SOBRE LA AMAZONÍA
La matriz extractivista regional en la Amazonía
peruana pisa fuerte, como también las obras de infraestructura. Según un informe
de Jimpson Dávila, de la organización Derecho Ambiente y Recursos Naturales
(DAR), la frontera petrolera se ha expandido rápidamente en el último decenio.
En 2004 el 15% de la Amazonía se encontraba loteada, para 2009 la apertura de
lotes abarcaba un 75% del territorio. Asimismo, la minería, con 138 concesiones
en la Cuenca Amazónica, e hidroeléctricas, con 52 proyectos, han avanzado
fuertemente junto a proyectos de carreteras (Dávila, 2010). En estos dos últimos
sectores se destacan los intereses brasileños, y el impulso de este país al
IIRSA.
Dentro del sector
hidrocarburífero la que tiene un rol protagónico es, sin duda, Pluspetrol. Con
sede en Holanda, la empresa cuenta con capitales mayoritariamente argentinos, de
las familias Rey y Poli, y en menor grado de YPF. Opera en Argentina, Colombia,
Bolivia, Venezuela, Luanda y, si bien no es una gran trasnacional, es la empresa
más importante del sector en Perú. Dagua afirma que esta petrolera ingresó al
país a fines de la década de 1990, cuando la norteamericana Oxy (Occidental
Petroleum) se retiró de las áreas que explotaba desde hacía por lo menos 20
años. Además de los lotes 1AB y 8, Pluspetrol es concesionaria el yacimiento
Camisea, una de las reservas gasíferas más grandes de América Latina.
Estas pequeñas áreas de explotación han causado
sin embargo numerosos impactos a los habitantes locales. “Cuarenta y un años
explotando en territorio quichua, viendo esa cantidad de años que explotó la
empresa, la verdad que me preocupa cómo está mi territorio, las quebradas, los
bosques. Ahora, todo eso que está saliendo de los pozos se escurre por las
quebradas, por las lluvias, directamente al río Pastaza.” Los ríos son
esenciales para las comunidades, son su fuente de agua para consumo, para las
parcelas de cultivo y uso diario. En tanto el territorio de donde es originario
López presenta otra problemática por ser la várzea, que es la zona baja
inundable de la Amazonía. “Estas aguas levantan ese petróleo crudo en el tiempo
de invierno, la inundación está en toda la ribera, que son nuestros centros
donde realizamos la agricultura.”
Los ríos, que además de ser la vía de
comunicación en la región, son por donde se esparcen los vertidos de
hidrocarburos y aguas de formación (aguas hipersalinas con metales pesados
presentes en los yacimientos). López detalla el proceso de “contaminación
histórica” que impacta sobre los comuneros, y apunta especialmente a Pluspetrol.
Los vertidos de la zona de Dagua viajan por los ríos Corrientes y Pastaza hasta
el Tigre, y de allí al Marañón, donde se encuentra López. Este último y el
Ucayali dan origen al Amazonas, que termina en el océano Atlántico, cruzando
Brasil.
Los derrames son algo frecuente, una
cotidianeidad para los pueblos de la región. López dice que el peor se produjo
en el año 2000, totalizando 5.500 barriles. “Ha habido otros derrames menores
que no han sido registrados, pero el 19 de junio de 2010 hubo otro derrame
grande, que entendemos nosotros que fue mucho más de lo que ellos dicen.
Capitanía de Puertos, que es la institución que regula la navegación en los
ríos, multó por quinientos barriles de petróleo que no fueron recuperados del
río Marañón, eso da a entender que se derramaron mucho más que quinientos. Se
podía ver desde el lugar del derrame, San José de Saramuro, [los hidrocarburos]
en la superficie del río por un día de viaje en lancha aguas abajo. La empresa
[Pluspetrol], en esa oportunidad, esparció químicos sobre ese petróleo
derramado. Algunos dicen que son absorbentes, pero para nosotros no, son
precipitantes. Eso lo podemos demostrar, porque después de un mes, casi dos, ese
petróleo profundizado ha aparecido nuevamente en la superficie del río, donde
nace el río Amazonas, donde hay comunidades Cocama y hay organización
indígena”.
Según informa la organización Mundo Azul, la
mancha de crudo se extendió por 30km, atravesando numerosas comunidades
ribereñas, al tiempo que hace una recopilación desde 1995 de los numerosos
derrames sufridos en territorio peruano, especialmente en la Amazonía (Mundo
azul, s/n). “Hace dos años las aguas de formación comenzaron a reinyectarse”, se
explaya López, pero “nosotros tenemos conocimiento de que aún siguen vertiendo a
otras fuentes, ya no directamente al río Marañón, pero si a otras quebradas que
llegan igual al río. Eso va matando los peces y todo lo que hay en esas
zonas.”
López resalta los estudios hechos recientemente,
muestras de noviembre de 2010, por la Dirección General de Salud Ambiental
(DIGESA), dependiente del Ministerio de Salud, en el río Marañón. Establece que
el agua no es apta para el consumo humano e insta a los pobladores a procurarse
otras fuentes. Pero estos hechos no son de conocimiento público reciente. Y,
efectivamente, el proceso de contaminación es histórico. Otros estudios,
realizados en los ríos Corrientes y Pastaza principalmente, de 1986 y 1987,
demostraron la concentración de metales pesados, superando los límites
permitidos, en peces de consumo diario (Pezo, 1992). Incluso, en el realizado en
1987, se resaltó las concentraciones de metales pesados en los lechos de los
ríos. López resume: “La alimentación del Pueblo Cocama es el pescado, y la única
fuente de agua que tenemos para consumir y para todo, es el río Marañón y sus
afluentes. ¿A dónde nos están mandando? Nos están diciendo que nos vayamos a
vivir a otra zona, en las ciudades, donde también las ciudades captan agua de
fuentes contaminadas, como es el río Marañón y otras. Nosotros consideramos que
es un abandono del Estado a las comunidades, no tenemos agua, no tenemos
energía, lo que comemos está contaminado, lo que respiramos está contaminado,
nuestras aguas están contaminadas, nuestros terrenos están contaminados.”
Pero, ¿es posible escindir los impactos
ambientales y sobre la salud de otros perjuicios originados por la industria?
López dice: “Así como nos están matando están rompiendo nuestra identidad,
nuestros conocimientos culturales, nuestra relación permanente con nuestro
espacio natural, nuestra relación con los espíritus. Para nosotros el territorio
es nuestra madre, nuestra madre tierra. Con el territorio hay una ligazón mucho
más grande, ahí están los espíritus de nuestros antepasados, están los huesos,
nuestros ombligos están ahí enterrados. A nuestros hijos, a las generaciones que
vienen, queremos dejar, por lo menos, un territorio, que quizás, ya no se
encuentra como lo hemos recibido. Pero estamos luchando para que no se siga
contaminando lo que hasta ahora tenemos. Que nuestros hijos no se avergüencen de
haber tenido una generación que no trabajó por ellos.”
El dirigente enmarca este último proceso en una
historia larga de conquista y amenaza a los pueblos nativos. “Lamentablemente,
[la problemática petrolera la] podemos relacionar con la aparición de los
misioneros, que aparecieron para reducir a indígenas para trabajar para los
patrones. A trabajar en el caucho, en la extracción de palo de rosa, en la
madera después, y ahora, presionados de uno u otro modo, para trabajar para las
empresas petroleras. Trabajar para ellos, para eso nos arrastran. A ser peones y
esclavos de una empresa que nos está matando constantemente. Quisiéramos
encontrar una sola comunidad que le llaman ‘desarrollada’. Si encontramos
comunidades empobrecidas cada día más. Nos volvemos los hombres que estamos
escarbando en la basura de estas empresas petroleras, es lamentable. La mano de
obra no calificada que dan a nuestras comunidades son dos o tres. O compran a
los dirigentes, a los líderes, para que se pongan al servicio de ellos y no
pueda decir nada una comunidad o un pueblo indígena.”
¿ESTADO? PRESENCIA DE TRASNACIONALES TERRITORIOS
COMUNITARIOS
Las comunidades de la organización de López se
asientan sobre la Reserva Nacional Pacaya Samiria. De más de dos millones de
hectáreas, la Reserva es una de las más grandes de América Latina. Sin embargo,
lo que en un primer momento aparece como un hito ambientalista, López dice que
fue el primer foco de conflicto, previo a la aparición de las empresas
petroleras. Se planteaba la existencia solamente de árboles y animales y se
desconocía la presencia de personas, comunidades ancestrales ubicadas en esa
área. “En el primer plan maestro [de la Reserva] había limitaciones en los usos
de los recursos y gente que vivía ancestralmente se ha visto obligada a emigrar
a otros sitios.” Donde hoy se ubica la Reserva, y especialmente la zona de
amortiguamiento en la provincia Requena, es la región que López define como la
“capital” del pueblo Cocama. Allí fue donde se instaló esta vertiente del pueblo
tupí-guaraní, en el segundo siglo después de Cristo, en procesos migratorios que
surcaban los ríos.
Estos impedimentos territoriales a los pueblos
indígenas, impuestos por funcionarios públicos con la creación de áreas
protegidas, no se replican en los bloques concesionados a las empresas en el
Parque Nacional, sino que funciona a la inversa, estas le marcan los límites al
Estado. “Es un área donde ni siquiera funcionarios del Estado pueden ingresar si
no es con autorización de los señores de la empresa petrolera, y menos la gente
de las comunidades, donde hemos cazado y pescado todo el tiempo.” El control
territorial se gesta a partir de servicios de seguridad privada. “Ellos están
las 24 horas vigilando, para que nadie pueda ingresar, desde las tuberías hasta
donde está el pozo. Porque también los tubos, por la caída de árboles y ramas,
se rompen en cualquier momento y eso tienen que estar cuidando, para que la
gente no camine, no transite por ahí, porque estarían denunciando.”
Pero, ¿qué pasa cuando se denuncia? López es
categórico: “Esas denuncias que hacemos quedan en la impunidad, estos crímenes
ambientales quedan en la impunidad. Los responsables no son sancionados en el
Perú, la legislación es muy débil y los jueces se venden ante la empresa y la
presión del Estado.” Dagua cuenta la invitación reciente al gobernador de Loreto
a una reunión convocada para tratar el tema de los problemas con las petroleras.
Ni él ni ningún otro funcionario público cumplieron con la invitación. “Los
reclamos por nuestros derechos no son escuchados por las autoridades”.
“YA NO QUEREMOS MÁS EMPRESAS PETROLERAS PORQUE YA
LAS CONOCEMOS, ESA ES LA DEMANDA DEL PUEBLO QUECHUA”
Esta es la exigencia que viene llevando adelante
Dagua y su organización. En el mismo sentido, López desarrolla lo que se está
procurando para su región. Su discurso no se entrecorta, firme cuenta los
avances y retrocesos, los cambios que fueron realizando a medida que transcurrió
el tiempo. En un primer momento, la reivindicación se centraba en un mayor
control por parte del Estado, en políticas públicas sociales y ambientales que
anularan el impacto de la industria. Con el paso de los años, las demandas
cambiaron al sentir en carne propia las consecuencias que la industria. “Estamos
planteando ahora, desde un punto de vista mucho más consciente de afectación
sobre la vida, que contaminar nuestros ríos es matarnos, eso es vida para
nosotros. La exigencia es que en el área natural protegida, la Reserva Nacional
Pacaya Samiria, que es patrimonio natural de los peruanos y del mundo, no haya
actividad petrolera. Esta empresa tiene que dejar de operar al interior de la
reserva, esta es la exigencia mayor que vamos a seguir empujando en este proceso
y es la reivindicación que tenemos como parte de la defensa de nuestros
derechos.”
Las comunidades se han puesto una serie de
objetivos, que plasmarán en un documento dirigido al flamante presidente Humala,
entre los que sobresale la moratoria a la explotación de petróleo en territorios
indígenas. Esta demanda incluye una revisión de los contratos que afecten a los
territorios, para conocer en detalle los acuerdos alcanzados, como también un
plan de retiro paulatino de las empresas que actualmente están operando,
principalmente Pluspetrol. Este último es un punto complejo por la dependencia
que tienen las ciudades sobre los hidrocarburos, pero señala López: “El
desarrollo que le llaman de las ciudades, ¿quiénes lo pagan? Lo pagamos los
indígenas, lo pagamos quienes estamos en la influencia directa de estas empresas
petroleras, hasta cuándo vamos a seguir pagando el costo del desarrollo con
nuestra vida”. Hasta tanto no se produzca el retiro, las organizaciones demandan
beneficios de las ganancias que producen las empresas en sus territorios. En un
reciente comunicado reclamaron por una auditoría ambiental independiente a fin
de evaluar los pasivos ambientales y sobre la salud, al tiempo que anunciaron
reuniones con el gobierno central para mediados de septiembre (AIDESEP,
25/6/2011).
La problemática hidrocarburífera forma parte de
los problemas históricos de los pueblos indígenas, el acceso y control del
territorio. “Estamos exigiendo el derecho de la territorialidad como pueblos, no
como comunidades, porque es una disgregación del territorio –recalca López.
Estamos exigiendo el derecho al reconocimiento del territorio como pueblo
indígena, el pueblo Cocama, el pueblo Bora, el pueblo Shuar, que todos tengamos
nuestro territorio ancestral, donde hemos vivido históricamente, que hemos
recibido como legado de nuestros antepasados.”
Consulta previa, avance normativo en el país andino [recuadro]
La consulta previa es un derecho fundamental de
los pueblos indígenas, ya que estipula su participación plena en los procesos de
decisión, de implementación y evaluación de toda política pública que los
afecte. El 23 de agosto Perú aprobó una ley que reglamenta este derecho, emanado
del Convenio 169 de la OIT y la Declaración de la ONU sobre Derechos de los
Pueblos Indígenas, cumpliendo así una de las reivindicaciones prioritarias del
movimiento indígena de ese país. No es poco, siendo este un avance concreto en
el reconocimiento de los derechos, un hecho relevante a nivel mundial y, al
mismo tiempo, la primera gran noticia del flamante gobierno de Ollanta Humala.
Tampoco es menor que haya vuelto al recinto legislativo, luego de sufrir un
revés en junio de 2010, vetada por García, ya que según su lectura se otorgaba
“derecho de veto” a un “pequeño sector” (El Comercio, 23/6/2010).
Constituye un paso para la defensa y promoción de
los derechos de los pueblo indígenas, pero como señala AIDESEP, no es
conclusivo. Ahora las tintas recaen sobre el organismo técnico que tendrá que
llevar adelante este proceso, el Viceministerio de Interculturalidad del
Ministerio de Cultura (Servindi, 24/8/2011). AIDESEP es una de las
organizaciones indígenas que ha impulsado fuertemente esta medida, y la hacedora
de “el baguazo”.
¿Qué espacios se abren con la asunción de
Ollanta? ¿Qué futuro cercano le espera a las reivindicaciones indígenas? ¿Se
puede esperar que la consulta sirva para evitar nuevos conflictos? ¿Cuál será el
grado de injerencia de los pueblos en las políticas públicas que afecten sus
territorios? Por ahora, las organizaciones peruanas reclaman una pronta y
adecuada implementación.
NOTAS AL PIE:
[1] El espacio Pueblos Indígenas Amazónicos
Unidos en Defensa de su Territorio (PUINAMUDT) está conformado por la Federación
de Comunidades Nativas del Río Corrientes (FECONACO, integrada por los pueblos
Achuar, Quechua y Urarinas), ACODECOSPAT, FEDIQUEP y la Federación de
Comunidades Nativas del Kichwas del río Tigre (FECONAT).
FUENTES:
AIDESEP, 25/8/2011: “Pueblos indígenas del
Pastaza, Tigre, Corrientes y Marañón exigen auditoría ambiental independiente”.
Recuperado de: http://www.aidesep.org.pe/index.php?codnota=2170
Dávila, J. (2010). La Evaluación Ambiental
Estratégica (EAE) desde la experiencia del Proyecto Camisea y la Política
Energética Nacional. Disponible en:
http://plataformaenergetica.org/system/files/Seminario%20Pol%C3%ADtica%20Energ%C3%A9tica%20-%20DAR%20-%20Jimpson.ppt
El Comercio (Alan García), 28/10/2007: “El
síndrome del perro del hortelano”. Recuperado de:
http://elcomercio.pe/edicionimpresa/html/2007-10-28/el_sindrome_del_perro_del_hort.html
El Comercio (Alan García), 25/11/2007: “Receta
para acabar con el perro del hortelano”. Recuperado de:
http://elcomercio.pe/edicionimpresa/html/2007-11-25/receta_para_acabar_con_el_perr.html
El Comercio, 23/6/2011: “El Ejecutivo observó ley
de consulta previa a pueblos indígenas”. Recuperado de:
http://elcomercio.pe/politica/499777/noticia-ejecutivo-observo-ley-consulta-previa-pueblos-indigenas
Expreso (Alan García), 28/6/2009: “A la fe de la
inmensa mayoría”. Recuperado de:
http://www.rpp.com.pe/2009-06-29-presidente-alan-garcia-publica-nueva-carta-a-la-fe-de-la-inmensa-mayoria-noticia_191338.html
Mundo Azul, “Derrames de petróleo en Perú”.
Disponible en:
http://peru.mundoazul.org/cero-contaminacion/petroleo-el-peligro-negro/accidentes-y-derrames-de-petroleo/derrames-de-petroleo-en-el-peru/
Observatorio Social de América Latina del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (2009). Cronología del levantamiento
amazónico. En Alimonda, H. et al. [editores] La Amazonía Rebelde (pp. 85-98).
Lima: Clacso et al.
Pezo, R. et al. (1992). Determinación de metales
pesados bioacumulables en especies ícticas de consumo humano en la Amazonía
Peruana. En Guerra Flores et al. [editores] Folia Amazónica Vol. 4 N⁰ 2 (pp.
171-181). Iquitos: Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana.
Disponible en:
http://www.iiap.org.pe/publicaciones/cd/documentos/folia4_2.pdf
Pinto, V. (2009). Los decretos del hortelano y el
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[editores] La Amazonía Rebelde (pp. 85-98). Lima: Clacso et al.
Servindi, 24/8/2011: “Aidesep saluda primer paso
para reivindicar a los pueblos indígenas”. Recuperado de:
http://servindi.org/actualidad/50032
MÁS INFORMACIÓN:
Agenda común de los Pueblos Indígenas Amazónicos
Unidos en defensa de sus Territorios (2011). Disponible en:
http://servindi.org/pdf/AgendaPueblosIndg.pdf
Documental “Una muerte en Sion”, que trata sobre
los impactos de Pluspetrol en la Amazonía peruana. Disponible en:
http://opsur.wordpress.com/videos/
Ley de consulta aprobada 23/8/2011. Disponible
en: http://servindi.org/pdf/Ley_Consulta_aprobada23Ago2011.pdf
Pluspetrol, el conflicto en el corazón de la
amazonía peruana, entrevista a Vladimir Pinto (PDDI) por OPSur. Disponible en:
http://opsur.wordpress.com/2009/10/28/peru-pluspetrol-en-el-corazon-del-conflicto-amazonico/
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